Génesis 37:1-11
La historia de José y sus hermanos
Los hechos relativos a la vida de José en Egipto tienen cierta autonomía literaria. Puede leerse como una novela histórica que va del cap. 37 hasta el 50, el final de Génesis. Sus escenas se suceden sin ruptura con excepción del cap. 38 que rompe el hilo narrativo pero que fue intercalado con el fin de mostrar que los hermanos que se quedaron en Canaán también tuvieron sus deslices y faltas frente a la línea rectora de no tomar por esposas a las mujeres locales.
37,2-36. José y sus hermanos
Este primer capítulo muestra las marcas de una narración compuesta. La preferencia de Jacob por el primogénito de Raquel se hace evidente al regalarle una túnica de varios colores lo que provocó que sus hermanos tuvieran celos de él hasta el punto de buscar eliminarlo. José aparecía también como un informante del padre pues era quien le advertía a Jacob de las malas costumbres de sus hermanos hijos de las criadas Bilha y Zilpa. De modo que pronto desean librarse de su hermano y planean matarlo. Sin embargo hay dos hermanos –ambos hijos de Lea- que quieren preservar su vida y
buscan estrategias para ello. Aquí aparecen las dos versiones: en una Rubén propone tirarlo a un pozo para que muera de hambre, con la secreta intención de rescatarlo más tarde. En la otra Judá propone venderlo como esclavo a los beduinos, una salida que evita el derramamiento de sangre y elimina la presencia del muchacho en la familia. La opción de Judá se impone sobre la otra y se adelanta a la propuesta de Rubén sacándolo de la cisterna y vendiéndolo a una caravana de madianitas que van hacia Egipto. Esto es un acto definitivo pues llevado como esclavo a otro país no tendría ya más posibilidad de regresar. Desde el punto de vista social había sido dejado fuera de la historia familiar. Al margen de estas dos versiones existe una tercera: que haya sido robado de la cisterna por los madianitas, lo que tiene como apoyo el v. 28a (nótese la incongruencia entre “madianitas” e “ismaelitas” en 28b) y sus propias palabras en 40,15.
Los hermanos necesitan algo que sugiera la muerte de José. La túnica manchada de sangre tomada de un cabrito es prueba de que fue devorado por una fiera salvaje y libera a los hermanos de toda sospecha. Es Jacob mismo el que dice que ha sido muerto por un animal y entrando en angustia hace luto por su hijo. Que los hijos quieran consolarlo es un gesto de ironía del autor que sabe de la trampa, pero también evidencia la confianza que tenían de que su hermano nunca más iba a aparecer. Por otra parte era necesario cumplir con el duelo y la tristeza para que no se evidencie que lo habían vendido.
Ya en este capítulo se presenta a José como hábil para interpretar sueños. En este caso se trata de sus propios sueños donde en el marco de una simbología muy simple y directa los hermanos que tramarán su muerte aparecen inclinándose ante él. El segundo sueño incluye once estrellas junto al sol y la luna que se inclinan ante él, lo que sugiere que sus propios padres habrían de servirlo. En el juego narrativo los sueños de José presagian lo que luego va a suceder en la realidad cuando more en Egipto (caps. 42-44), pero al momento de presentarlos son irritativos para la ya sensible piel de sus hermanos. Es de notar que estos sueños no son interpretados por José sino por sus hermanos mismos (v. 8) y por su padre (v. 10). Pero lo evidente del mensaje hizo que se exacerbara la animosidad contra su persona –incluso de parte de su padre, que tanto lo amaba- aunque esa actitud no parece molestarlo. La información sobre su habilidad con los sueños prepara la historia futura donde su capacidad de interpretarlos le abrirá puertas en la sociedad egipcia.