Iglesia Evangélica Metodista de Martínez

Pastor: Marcelo Mondini

Creemos en Jesús como Señor y Salvador

 La Palabra y la oración nos unen y nos dan fuerzas…

La vida nos coloca a veces en situaciones extremas. Momentos que quizás nunca imaginamos que nos iban a suceder. De repente estamos en un lugar que no pensamos que era para nosotros. Y es en esos momento cuando más necesitamos de la fe y la confianza en que Dios está con nosotros. 

Evangelina fue un de esas personas que de repente encontró que su vida había caminado hacia dónde jamás había pensado.  Y tuvo que elegir entre abandonarse  a la desgracia o buscar un sentido para sus días. Ella supo hacer de una tragedia una oportunidad para dar testimonio de su fe y de lo que la confianza en Dios produce en los creyentes. Comprendió que la promesa de la resurrección no era una frase agradable para tranquilizar nuestros temores sino una certeza que daba sentido a su vida de madre que cargaba con un dolor profundo. Y vio que tantos otros en su barrio también sufrían por la pérdida de un ser querido.  Evangelina no tenía oro ni monedas, pero era rica como pocos, y supo compartir y proclamar aquella fe que había recibido. 

 Juan 11:21-25.  Marta dijo a Jesús:  Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.  Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.  Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.  Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.  Le dijo Jesús:  Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 

Evangelina 

Evangelina había dado a luz por cesárea y debía guardar reposo. Vivía en el barrio de Budge al sur del Gran Buenos Aires donde si la lluvia se prolongaba los sumergía la inundación. Al segundo día de su convalecencia comenzó a llover y las aguas crecieron. Su otro hijo de dos años estaba solo en su casa y cuando las aguas crecieron comenzaron a arrastrar todo lo que se interponía en su cauce. El agua que se lleva muebles y basura se llevó el cuerpo y con él la vida del nene.

Evangelina salió a buscarlo aguas abajo, donde se acumula todo lo arrastrado, pero no pudo dar con el cuerpo del niño. Dos días estuvo hurgando en el barro, en las laderas del arroyo, entre los restos sucios que había dejado la corriente. El cuerpo no fue recuperado y el angelito durmió para siempre sin que lo velaran, y no tuvo un palmo de tierra que lo cubra ni una lápida que lo evoque. Pero en el caminar por los lugares más insalubres en busca de su hijo a Evangelina se le infectó el vientre y luchó por su vida durante varios días hasta que al fin su cuerpo pudo más que la muerte y salió adelante.

Después de estas cosas y a lo largo de sus días Evangelina tejía y armaba mantas con cuadrados multicolores que ella misma diseñaba. Y mientras tejía, pensaba. La lana corría  por sus manos y meditaba. De noche también meditaba. Tejía y  guardaba estas cosas, meditándolas en su corazón.

Evangelina es conocida en el barrio como la mujer metodista que asistía a los velatorios y oraba por la vida de los difuntos. Llegaba y oraba, conversaba con los familiares y les daba  consuelo. Les daba una palabra de aliento a quienes no tienen consuelo, calmaba con palabra de fe a los desesperados. Evangelina velaba a una vecina, a un abuelo, a una joven madre que dejó criaturas, pero también secretamente, y durante toda su vida, veló a su angelito, el que no tuvo velorio.

Oramos juntos…

Dios de la vida, quédate con nosotros en este día.

Concédenos un momento de paz y tranquilidad, para que podamos oír tu voz. 

Señor nuestro que buscas  purificar nuestras almas y quieres  bendecirnos, danos la calidez de tu presencia. 

Oramos por las personas que han perdido un ser querido.  No importa si hace poco o mucho, porque la separación no tiene fin. Dales consuelo y paz.

Permíteles que recuerden con amor y gratitud sus vidas. Que sientan tu misericordia y cariño hacia ellos, y que confíen en que tu mano protectora los cuida allí donde estén.

Señor deseamos dar testimonio de tu poder para salvar; concédenos, pues, también a nosotros el poder de tu Espíritu, para que siguiendo los pasos de quienes nos precedieron hagamos tu voluntad y descansemos en ti.

A todos, danos la gracia de tu presencia, para que llevemos con fe nuestros momentos difíciles. Oramos en el nombre de Jesús, nuestro Señor. Amén.