(Fragmento de P. Andiñach, “Génesis” en el A. Levoratti (ed.) Comentario bíblico latinoamericano, Tomo 1, Estella, Verbo Divino, 2005, pp. 399-200.)
Génesis 25
Nacimiento de los mellizos Esaú y Jacob
25,1-11. Últimos días de Abraham
Antes de narrar su muerte el texto nos informa de la existencia de otros hijos de Abraham. Se dice de otra mujer llamada Cetura con quien tuvo seis hijos, de los cuales salieron a su vez otros descendientes. Cetura debe haber sido una concubina (1 Cr 1,32) y probablemente extranjera, en razón del destino de sus hijos. Poco sabemos de ellos pero se puede inferir que son poblaciones al sur del Mar Muerto y al este del Jordán. Al decir “a los hijos de las concubinas” (v. 6) da a entender que hubo otras mujeres más y otros hijos. Todo es extraño en esta información pues supondría hijos posteriores a Isaac, en una ancianidad mayor. Pero es evidente que tiene la intención de asegurar que cualquier otro descendiente que pudiera haber no podía equiparse a su hijo Isaac, el continuador de la promesa. El v. 5 lo afirma y el v. 6 insiste en que estos otros vivieron lejos de Isaac.
Abraham tuvo muchos hijos e hijas.
Abraham muere colmado de años y es sepultado en la cueva donde yacían los restos de Sara (cap. 23). Lo llevan allí sus hijos Isaac e Ismael, estableciendo la diferencia entre estos dos y los hijos de Cetura, y rescatando al Ismael como parte de la familia. Que al final se recuerde la bendición de Dios solo sobre Isaac es para marcar la diferencia a su favor por encima de Ismael.
25,12-18. Los hijos de Ismael
La historia de Ismael ocupa un lugar en la historia universal. Ya señalamos que siendo un personaje venido a menos (sucederá igual con Esaú) se le dedica poco espacio y deriva en una suerte de apéndice a la historia central. De todos modos se cumple con la promesa de Dios hecha a Agar de que de su hijo saldrían doce príncipes. Con esta lista esa promesa se cumplió en plenitud.
Los hijos de Ismael eran nómades y vivían en el desierto al sur de Israel.
Es de notar que todo el cap. 25 está estructurado de modo que la muerte de Abraham y la bendición de Ismael quedan enmarcados entre las dos ramas de descendencia que Cetura y Agar dieron a Abraham. Son las mujeres secundarias (una sierva egipcia y una mujer probablemente concubina y también extranjera, 1 Cr 1,32) las que desparraman la simiente abrahámica por todas las regiones circundantes y dan cumplimiento a la promesa de que “naciones saldrán de ti”, dicha en 17,6.
A partir de este momento se narran los avatares de Isaac hasta su muerte y de los vaivenes de la relación entre sus dos hijos Esaú y Jacob. Siguiendo el esquema habitual, Isaac ya ha sido presentado en las narraciones sobre Abraham pero ahora se desarrollará lo que el texto quiere resaltar de su vida misma. Hasta aquí se lo ha preparado como personaje dándole una esposa y reafirmando su destino de continuador de la promesa.
25,19-26. Nacimiento de Esaú y Jacob
La esterilidad de Rebeca la vincula con la de Sara (11,30). Llevan veinte años de matrimonio (vv. 20 y 29) sin concebir y entonces Isaac clama a Dios pidiendo fertilidad para ella. La respuesta es inmediata, de tal modo que nuevamente la descendencia estará marcada por una decisión excepcional de Dios. A partir de esto la figura de Rebeca embarazada dominará la narración. A poco de concebir siente problemas en su interior y ahora es ella la que eleva su voz al creador. Debemos lamentar que el texto no haya retenido su oración pues no tenemos muchos casos de una mujer dirigiéndose directamente a Dios. Podemos imaginar la angustia y el miedo de Rebeca por lo que está sucediendo en su cuerpo, a tal punto que la lleva a temer por su vida. La respuesta de Dios es inquietante para esta primeriza: hay dos niños dentro de ella, uno será más fuerte que el otro y el mayor servirá al menor. Difícilmente la joven hubiera pensado tal respuesta: se establece desde este momento el carácter conflictivo de la relación entre sus hijos.
Al nacer los niños se cuenta que salió el primero –al que llamaron Esaú- y luego salió Jacob agarrado del talón de su hermano. Esta mención es llamativa y tiene la intención de enfatizar el conflicto indicando que ya desde dentro del vientre Jacob quiso retener a Esaú para salir él primero y obtener la primogenitura. Es entonces un anuncio de lo que ha de venir.
Rebeca e Isaac felices con sus dos hijos