Iglesia Evangélica Metodista de Martínez

Pastor: Marcelo Mondini

Creemos en Jesús como Señor y Salvador

 (Fragmento de P. Andiñach, “Génesis” en el  A. Levoratti (ed.) Comentario bíblico latinoamericano, Tomo 1, Estella, Verbo Divino, 2005, pp. 383-384.) 


Génesis 15

15,1-21 La promesa de un hijo

Este capítulo está compuesto por dos narraciones unidas por el redactor y elaboradas en ambos casos luego de un largo proceso literario. En ellas se pueden observar repeticiones e incongruencias que revelan este proceso. Por ejemplo el v. 5 sucede de noche mientras que el v. 12 sucede a la caída del sol; el v. 6 afirma la fe de Abraham mientras que el v. 8 muestra su duda. Dentro de la primera unidad el v. 3 parece una repetición innecesaria del v. 2.

1-6. La estructura de 1-6 es la siguiente:

Promesa de Yahvé 1

Queja de Abraham 2-3

Respuesta de Yahvé 4-5

Afirmación de la fe de Abraham 6

A la promesa del v. 1 Abraham presenta su reclamo en vv. 2-3. La práctica de que un esclavo heredara a su señor sin hijos no está atestada en la tradición bíblica pero sí en fuentes antiguas donde el esclavo heredaba a condición de asegurar una sepultura digna para su dueño. Se entiende que esta opción no era deseada y que el esclavo Eliezer –de quien no volveremos a tener noticias- sería uno destacado entre los muchos esclavos. La queja resulta entonces en cierto sentido artificial y más interesada en conducir la narración hacia una resolución efectiva del problema de la falta de un hijo.

Screen Shot 2020-05-09 at 11.03.38 PM.png

La respuesta de Dios confirma su promesa y recurre a una nueva imagen de una belleza sin par: las estrellas del cielo. Antes en 13,16 había recurrido a la imagen del polvo de la tierra, aquello que se pisa y que da sustento a la vida. Ahora el autor busca el otro extremo de la realidad: si el polvo está por debajo de nuestros pies, las estrellas están por encima de nuestras cabezas y de todo. Ambas inmensidades expresan lo inconmensurable de la descendencia prometida.

La unidad se cierra con una afirmación de la fe de Abraham dirigida al lector. Es una declaración teológica que será retomada por el Nuevo Testamento (Rom 4; Gál 3,6-9). Dice sobre el patriarca que a pesar de sus dudas creyó en la promesa de Dios y que esto le fue tenido en cuenta.

Pacto de Dios con Abraham, vs.7-21. Esta segunda unidad versa sobre la promesa de la posesión de la tierra, hecho que se sella con un pacto donde Yahvé se compromete unilateralmente a cumplir su palabra. La narración está cortada por los vv. 13-16 que hacen un resumen de la historia de Israel con mención especial del éxodo y la muerte de Abraham.

Ante la afirmación de que la salida de Ur tenía como meta recibir la nueva tierra, Abraham pide una señal que le asegure ese destino. Por respuesta encuentra un pedido de ciertos animales, revelando que el relato supone que tanto Abraham como el lector conocen el rito de la alianza que se está preparando. Luego Abraham los partió y separó las partes colocándolas en el suelo. Este rito consistía en que los participantes pasaban caminando entre los animales destrozados y se llamaban a sí mismos a cumplir con lo pactado o a aceptar recibir como castigo lo mismo que recibieron los animales expuestos. Es entonces un pacto sellado con la promesa de entregar la vida en caso de incumplimiento. Hay otro caso similar en Jr 34,18-19 aunque allí caminaron sólo a través de un becerro partido.

En el v. 11 Abraham cuida los animales muertos de las aves de rapiña, quizá como símbolo de que comprendía la importancia de lo que estos cuerpos significaban. También deja entrever que la acción de Dios se demora y que debe esperar. Cuando el lector espera la presencia de Yahvé certificando el pacto, la narración da un giro y cuenta de un sopor que sumerge a Abraham en una oscuridad: esto lo prepara para lo que va a escuchar. Los vv. 13-16 son una interpolación que anuncia que la posesión de la tierra no será inmediata y que deberán pasar por una esclavitud de cuatrocientos años y la posterior liberación que culminará al cabo de cuatro generaciones con el reencuentro con la tierra que hoy Abraham pisa. Las cuatro generaciones puede ser una alusión a los cuarenta años del desierto, aunque su sentido pleno permanece oscuro. Pero lo seguro es que aunque él no verá la entrega de la tierra se le anuncia que descansará con sus padres y en paz, una promesa muy valiosa para la concepción semita de los patriarcas.

Screen Shot 2020-05-09 at 11.04.06 PM.png

Hay que llegar la v. 17 para que se concrete el pacto preparado. Una antorcha y un horno con fuego expresan la presencia de Dios que atraviesa los animales partidos y confirma su pacto. A diferencia de los pactos entre personas donde ambos participantes pasaban entre los animales en este caso es sólo Dios quien pasa pues Abraham recibe la promesa de Dios sin que se le reclame nada a cambio. Las palabras del v. 18 clarifican la zona prometida detallándose que irá desde el “río de Egipto” hasta el “río grande”. El primero designa un quiebre en la geografía conocido como “el torrente de Egipto” a mitad de camino entre el Nilo y Canaán. El segundo refiere al Éufrates, la frontera sur y occidental de la Mesopotamia. Son límites ideales a los que nunca Israel llegó a dominar en plenitud. Pero al margen de eso, establece la promesa de la tierra donde en ese momento Abraham y su familia habitan.

Los vv. 19-21 son una lista de diez pueblos que habitaban Canaán cuya intención es afirmar aún más lo concreto de las promesas. Sabemos de algunos de ellos que habitaban en la región: los ceneos eran descendientes de Caín que habitaban el sur de Judá; los hititas eran descendientes inmigrantes de los de Asia Menor; los refaítas eran tenidos por gigantes; los amorreos era una designación a veces genérica para los habitantes dispersos de Canaán; los cananeos eran los habitantes de las ciudades de las costas del Mediterráneo; los jebuseos eran quienes habitaban Jerusalén. No tenemos información histórica de los restantes pueblos mencionados: los cenezeos, los cadmoneos, los ferezeos y los gergeseos.