Iglesia Evangélica Metodista de Martínez

Pastor: Marcelo Mondini

Creemos en Jesús como Señor y Salvador

 (Fragmento de P. Andiñach, “Génesis” en el  A. Levoratti (ed.) Comentario bíblico latinoamericano, Tomo 1, Estella, Verbo Divino, 2005, pp.397-398.) 

Ilustraciones:  1. Mosaico en el piso de la sinagoga Bet Alpha, Israel, del siglo VI. 2. Mural de Domenichinno, 1627. 3. Arte islámico, Persia, 1425. 

Génesis 24

Isaac y Rebeca


24,1-66. Isaac y Rebeca

La narración de la búsqueda de Rebeca y su casamiento con Isaac es una historia que puede asimilarse al género de la novela. Su extensión excede la de otras narraciones y en ella la sucesión de escenas y diálogos le da una plasticidad asombrosa. Abraham está en sus últimos días, ya ha fallecido Sara, y siente que debe asegurar la continuidad de su descendencia a través de Isaac. 

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Rebeca en el pozo de agua abrevando el ganado.


1-10. A la usanza de la época, Abraham debe proveer de una mujer para su hijo y entonces encarga a su siervo una misión compleja: ir a su tierra original y conseguir una joven de allí para casarla con Isaac. Hay aquí dos temas que deben destacarse. El primero es el rechazo de las mujeres cananeas y extranjeras, un dato que parece provenir de un período tardío, ya que Abraham había tenido su hijo Ismael con Agar la egipcia sin que viera en ello un problema. Ahora esta condición está resaltando la necesidad de no mezclarse con los pueblos locales, lo que era considerado una forma de evitar la idolatría. Pero en contraste con esta exigencia se dice en dos oportunidades (vv. 6.8) que Isaac no debe ir a aquella tierra sino permanecer en Canaán. Se busca entonces fortalecer los lazos con la tierra prometida pero preservando la descendencia del encuentro con los habitantes del país.

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Rebeca con su familia


Lo segundo es que el diálogo de Abraham con su criado supone una muerte cercana de Abraham. La necesidad del juramento reside en que Abraham no estará allí para cuando regrese y poder constatar que sus exigencias se estén cumpliendo. Poner la mano debajo del muslo es un modo de certificar el juramento con un gesto de cierta intimidad.  De acuerdo al texto actual la muerte de Abraham es narrada con posterioridad (25,7-11), pero de hecho al finalizar este capítulo Isaac es el único nombrado como “mi señor” (v. 65) y no hay alusión a Abraham. Es de suponer que la narración sufrió un cambio y que el dato preciso sobre la muerte que habría estado presente fue omitido y llevado más adelante para darle una dimensión mayor y que no quedara sumergido en la historia festiva y colorida que condujo al casamiento.

11-49. El encuentro del criado con Rebeca se produce junto a una fuente de agua. Estos lugares parecen ser aptos para el cortejo y los enamoramientos. Así también son los encuentros de Jacob y Raquel en 29,9-12, y de Moisés y Séfora en Ex 2,16-17, aunque en este caso el encuentro es mediado por el siervo. El pedido a Dios de que dirija la acción para dar con la muchacha adecuada da resultados inmediatos. La que llega con su cántaro no solo es hermosa sino que resulta ser hija de Betuel y nieta de Nacor el hermano de Abraham (11,29; 22,20-24). Se combina que es de la tierra de Abraham y de su misma familia.

Cuando ella va a su casa y cuenta del encuentro con el criado se produce el tradicional juego de la hospitalidad. Al visitante le ofrecen comida, agua para sus pies, cuidado de sus animales y alojamiento. La visita había entregado previamente regalos a la joven. En la casa aparece una nueva figura en la narrativa: Laban, hermano de Rebeca, encadenando así este episodio con las siguientes historias sobre Jacob.

50-67. El criado retribuye la entrega de la joven con nuevos presentes. La consulta a Rebeca sobre si desea ir con el criado parece extraña a las costumbres de la época. En general la mujer debía ir donde la enviaran, pero en este caso parece estar vinculada al hecho de demorar o apurar la resolución de la promesa. La respuesta de Rebeca la coloca en la línea de cumplir pronto con la voluntad de Dios y el encargo de Abraham. La despiden deseándole que sea madre de multitudes en acuerdo a las promesas hechas a Abraham (v. 60). Se puede vislumbrar un paralelo entre el llamado de Abraham en 12,1-3, en el que deja su tierra y va a un nuevo lugar,  y esta salida de Rebeca de la misma tierra de sus padres para ir hacia el mismo lugar al que había ido Abraham.

Al llegar se encuentra con Isaac en el campo, viniendo el pozo nombrado en 16,14. El relato se torna vertiginoso: en un solo versículo se dice que Isaac la tomó por mujer, la amó y se consoló de la muerte de su madre. En este final Rebeca aparece como reemplazando a Sara. Ya notamos que la ausencia de Abraham supone su muerte y por lo tanto que Isaac ya ha reemplazado a su padre. Quizá el estar meditando (v. 63) tiene que ver con la pérdida de sus padres y la preocupación por la mujer desconocida que debía venir de lejos y de la que no tenía noticias. Al finalizar tenemos constituida la nueva pareja por donde continuará el cumplimiento de las promesas.

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Rebeca era muy hermosa.

Se nos dice que Isaac llevó a Rebeca a la tienda que había sido de su madre. Es una costumbre que también aparece en otros relatos. Lo que no es muy común es que se diga que el marido “amó mucho a su esposa”, recordemos que estamos en un contexto de matrimonio por arreglo de los padres y poligámico. Que lo diga, indica que el amor fue lo que los unió por el resto de sus vidas.