Iglesia Evangélica Metodista de Martínez

Pastor: Marcelo Mondini

Creemos en Jesús como Señor y Salvador

 (Fragmento de P. Andiñach, “Génesis” en el  A. Levoratti (ed.) Comentario bíblico latinoamericano, Tomo 1, Estella, Verbo Divino, 2005, pp. 210-211.) 

Génesis 28

Jacob sueña y cambia de nombre

28,10-22. Yahvé en el sueño de Jacob


Jacob cruza todo Canaán para ir de Bersheva (al sur) hasta Harán que está muy al norte, ya fuera de Canaán. Se ha argumentado que en esta narración están presentes dos tradiciones que habrían sido unidas en un relato, pero es más convincente entender el desarrollo de este texto como un núcleo central consistente en los vv. 10-12 (el viaje y el sueño) y 16-19 (descubrir que es un lugar sagrado) al que literariamente se expandió con las restantes porciones de textos. La intención del relato en todo caso no se modifica por esto y consiste en dar cuenta de que el antiguo santuario de Betel es un lugar de alabanza al Dios de Israel. Por otra parte es de notar que Jacob tiene un encuentro con Dios en este comienzo de su viaje y volverá a tener otro a su regreso (32,22-32), lo que indica una estructura interesada en vincular al patriarca con hechos prominentes de apariciones de Dios. Que en esta ocasión el encuentro sea en Betel no solo da cuenta de la incorporación del lugar a la fe de Israel sino que lo privilegia como lugar para Jacob: al culminar el reencuentro con su hermano volverá a este santuario para engrandecerlo y enterrar a su lado una de sus criadas (35,1-15). 

Jacob, mosaico bizantino

Jacob, mosaico bizantino

Betel era un santuario ya antes de que llegara Abraham a esas tierras (Gn 12,8), y en él se adoraba al Dios llamado precisamente Betel. Dado que en tiempos posteriores el la fe de Israel se fue imponiendo era necesario trasladar el viejo lugar de culto a la nueva deidad israelita. Así la narración cuenta el origen del santuario como si este no hubiera existido antes de Jacob, aunque sabemos que no era así. Incluso la práctica del diezmo en Betel sería anterior a Israel y continuó siendo practicada a lo largo de su historia, como lo evidencia la mención de Amós 4,4. Para la época en que se escribe esta narración, Betel ya había pasado por su apogeo en tiempos de Jeroboam como lugar de culto israelita alternativo a Jerusalén (1 Re 12,26-29), y había sobrevivido muchos años aún después de la invasión asiria y toma de Samaria en el 722 a.C. (2 Re 17,28). Fue el rey Josías quien durante su reforma religiosa destruyó Betel porque este como otros lugares 

“habían sido la perdición de Israel” ya que se había convertido en lugar de adoración de Asherá (2 Re 23,15), una de las diosas cananeas más importantes. 

Jacob duerme y en su sueño ve una escalera cuyo fin está en el cielo y por la cual suben y bajan mensajeros de Dios. En la cima estaba Dios mismo y le habla personalmente. 

El sueño de Jacob, Franz Francken (1581-1642)

El sueño de Jacob, Franz Francken (1581-1642)

Cuando despierta siente temor al descubrir que allí mora Yahvé y toma la piedra en que había recostado su cabeza para erigirla como estela y ungirla con aceite. Lo que había visto en el sueño lo tenía turbado: Dios le había hecho las promesas sobre la tierra y la descendencia, y había agregado la protección durante el viaje, cosa comprensible dada la precariedad de su condición y el apuro de su partida. Entonces Jacob afirma que ese lugar es casa de Dios (en hebreo Bet-el) y puerta del cielo. 

En los vv. 20-22 emitirá un voto de extraña factura. Luego de tantas bendiciones que ponga condiciones a Dios parece un recurso retórico más que una exigencia real. De hecho está solicitando lo mismo que le ha sido prometido (v. 15), pero la intención del relato es poner en boca de uno de los padres de Israel este primer voto en Betel, ya que en los tiempos posteriores tal práctica se había generalizado.